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Sostenibilidad

El compromiso de Progreso por un futuro sostenible

Por Reflexiones, Sostenibilidad

NUESTRO PROPÓSITO TRASCENDENTE NOS MOTIVA SIEMPRE A PENSAR CÓMO PODEMOS CONTRIBUIR A LA SOCIEDAD.

La variabilidad climática está afectando a muchos países, siendo el calentamiento global una de las consecuencias más visibles. Lo anterior, se puede observar en las olas de calor extremas, huracanes devastadores y sequías severas que afectan principalmente a los países más vulnerables, como los nuestros. Ante todo, es importante que las empresas y organizaciones tomen el liderazgo y diseñen nuevas estrategias de crecimiento sostenible, utilizando los recursos de forma eficiente, ya que esto nos permitirá incrementar nuestra resiliencia y construir un mejor futuro para todos.

En Progreso no somos ajenos a la realidad del mundo y, sobre todo, de nuestra región. Es por esto que desde hace varios años venimos desarrollando nuestra estrategia de sostenibilidad, que está centrada en 4 ejes principales: ser el empleador preferido, proveedor favorito, líder ambiental y un ciudadano responsable en los países donde operamos. Así, bajo cada pilar, hay un total de 77 indicadores que se están supervisando continuamente para la optimización de la gestión interna, además de la rendición de cuentas para los públicos de interés, que deriva en la publicación de un reporte de sostenibilidad de forma anual. Por su parte, dichos indicadores también están alineados a prácticas y estándares operativos como el ISO 9000, ISO 14000, ISO 37001 y el British Safety Council, por lo que no dejamos nada al azar y el tema cobra una relevancia absoluta para nuestra organización, porque sabemos que la sostenibilidad depende de todos. 

Está comprobado que el cemento como material de construcción contribuye enormemente al desarrollo y mejora de la calidad de vida de todos, por lo que buscamos ser impulsores de la sostenibilidad, alineándonos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 de Naciones Unidas.  

En línea con lo anterior, nuestro compromiso con el medio ambiente se evidencia en diferentes aspectos de nuestra gestión diaria. Muestra de esto, es el porcentaje de nuestro factor clinker, un componente básico en la producción del cemento y cuya reducción disminuye a su vez las emisiones de gases de efecto invernadero. Así, nuestro factor clinker es uno de los más bajos del mundo, ya que tenemos un 67% en comparación con el 75% que usa el promedio global. Lo anterior, también lo complementamos con una serie de actividades como reforestación, aforestación, coprocesamiento de los residuos en los depósitos de nuestras plantas y el uso de energías renovables, entre otras medidas adicionales.

Aún más profundo en lo que respecta al desarrollo de los países y las comunidades, la sostenibilidad también tiene relación con las nuevas tecnologías, ideas y formas de trabajo. Así, desde nuestro afán de ser disruptivos e innovadores, también dedicamos esfuerzos a la investigación y desarrollo desde “Progreso X”, donde apoyamos los emprendimientos que proponen soluciones novedosas relacionadas a la industria de la construcción y la forma en cómo vivimos. Hoy no basta solo con cambiar la forma en que desarrollamos los procesos, también hay que buscar y premiar nuevas tecnologías que nos permitan disminuir nuestra huella, mientras aportamos enormemente al crecimiento de las comunidades. 

En relación a las comunidades, eslabón de la cadena que es fundamental para el desarrollo sostenible, me enorgullece mencionar el trabajo que se ha realizado desde Agroprogreso, donde los esfuerzos se centran en las potencialidades, culturas, personas, recursos y capacidades que cada comunidad posee. En San Juan Sacatepéquez, por ejemplo, partiendo desde la vocación por las flores que tiene esta localidad, hemos trabajado en mejorar la productividad, el rendimiento y la calidad de los productores locales, lo que también derivó en la primera cooperativa de floricultores de la zona. Así, iniciativas como estas impulsan a que las comunidades logren acceder al mercado, mejoren sus ingresos y continúen construyendo una economía sostenible. Todo lo anterior, basado en una realidad que ellos ya conocían, lo que también impulsa la identidad cultural de las comunidades. 

Si yo no hubiese escrito esta columna, a estas alturas ya estaría echando de menos algo fundamental en el desarrollo de una sociedad: la educación. Un pilar más que fundamental para el éxito de las comunidades. Sin una enseñanza sólida como el concreto, que tenga sus cimientos en herramientas que permitirán afrontar el futuro, es complejo que sigamos hablando de un futuro sostenible. Desde este punto, es que me parece importante destacar el trabajo que realiza la Fundación Carlos F. Novella, donde se enfocan en entregar herramientas educativas a niños y niñas de escasos recursos, con el objetivo de impactar positivamente en su calidad de vida; algo que definitivamente trasciende a sus familias, generación tras generación, cambiando el futuro en 180 grados. 

En Progreso trabajamos día a día por entregar un servicio y productos de calidad que permiten el desarrollo de los países donde operamos, sin embargo, tenemos un deber inherente con la sociedad lo que nos permite seguir nuestro propósito: Construir juntos el país donde queremos vivir.

Cambio climático vs. infraestructura: ¿qué pesa más?

Por Reflexiones, Sostenibilidad

La acción climática y la infraestructura no son tan diferentes. La primera busca solucionar un problema existente, mientras que la segunda debe ser capaz de sortear los efectos ocasionados por la variabilidad climática, que impacta a gran parte del mundo, sobre todo a países como los nuestros, con una alta vulnerabilidad, aún cuando contaminamos mucho menos, somos los más afectados. 

Muestra de esto es que en noviembre de 2020, los huracanes «Eta» e «Iota» dejaron grandes secuelas en países de Centroamérica, El Caribe y México y más de siete millones de personas fueron afectadas, siendo Guatemala uno de los países más golpeados, junto a Honduras y Nicaragua. 

Asimismo, la variabilidad climática no solo tiene efectos sobre el mismo clima, sino que se relaciona también con una serie de problemas que se generan en cadena como, por ejemplo, el desvío de recursos por parte de las naciones para solventar la destrucción que ocasiona cualquier inclemencia climática. En esta misma línea, de acuerdo con el Banco Mundial, hacia el año 2030 el cambio climático generará un aumento de hasta 300% en la pobreza extrema de América Latina y el Caribe (ALC). 

De esta manera, luchar contra los efectos climáticos es un camino largo, porque sus contrapesos son de gran envergadura y no es un problema que se vaya a solucionar de la noche a la mañana, ni siquiera en el país con más riqueza del mundo. 

Es un hecho que este fenómeno tiene efectos sobre la infraestructura, entendiéndose como hospitales, aeropuertos y carreteras, entre otros. En nuestros países, esto se ve reflejado en inundaciones que destruyen comunidades enteras y dejan a las personas sin servicios básicos ni un lugar donde vivir. Con todo esto, es aquí donde se genera un vínculo con la industria de la construcción, del cemento, sobre todo. Nuestro rubro juega un rol fundamental, porque tenemos el deber de impulsar el desarrollo de infraestructuras resilientes que puedan sortear los efectos del cambio climático mientras los países y sus administraciones trabajan arduamente en generar instancias e inversiones para hacer frente a los efectos que genera todo esto, camino que está lejos de ser corto. 

Con un aumento exponencial de los desastres naturales a nivel mundial, de acuerdo con el Banco Mundial, previo y durante un desastre natural es fundamental asegurar la resiliencia en infraestructura críticas, como energía eléctrica, agua y saneamiento, transporte y telecomunicaciones, principalmente, porque su buen funcionamiento es fundamental para un país y sus comunidades. Asimismo, permitiría aminorar el impacto en las cadenas de suministro de alimentos y bienes de uso esencial, al mismo tiempo que permiten que las empresas fundamentales puedan seguir entregando sus servicios a la población, protegiendo el empleo y las familias que hay detrás de cada puesto de trabajo. 

En términos locales, Guatemala está en proceso de agrandar su infraestructura. Si bien lo anterior muestra quizás un retraso en comparación con otros países, viéndolo desde otro punto de vista, es una oportunidad, porque nos permite concentrar los esfuerzos, hoy, en que la infraestructura que se levante tenga un componente importante en cuanto a su resiliencia, generando un beneficio directo e indirecto en la calidad de vida de las comunidades. 

El foco tiene que estar en la infraestructura, porque es lo que nos sostiene y puede ayudar en el futuro para enfrentar las inclemencias del clima de mejor manera y seguir creciendo como país, como sociedad y como personas resilientes. 

La infraestructura resiliente es clave para que Guatemala siga en el camino del desarrollo

Por Sostenibilidad

LA INNOVACIÓN EN LA INDUSTRIA CEMENTERA ES FUNDAMENTAL PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO Y LA RESILIENCIA FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO

En nuestro día a día, cada vez es más común enfrentarnos a los desastres relacionados con el clima como inundaciones, deslizamientos de tierra, tormentas, entre otros. Desafortunadamente, según ONU-Hábitat, en el mundo existen mil millones de personas en asentamientos urbanos informales que están particularmente en riesgo de sufrir consecuencias como resultado de estos eventos climáticos. Nuestro país, por su ubicación geográfica, es especialmente propenso a experimentar eventos climáticos adversos, causando que un número significativo de guatemaltecos sea un damnificado potencial de este tipo de situaciones.

En este contexto, para que Guatemala continúe creciendo y ofreciendo más y mejores condiciones de calidad de vida para todos, es necesario no perder de vista que aún tenemos retos en materia de infraestructura resiliente para la mitigación de los efectos del cambio climático. Aunque es normal que en las conversaciones alrededor de la sostenibilidad se prioricen las acciones para reducir la dependencia de combustibles fósiles y el consumo de productos contaminantes; la infraestructura resiliente tiene el potencial de convertirse en la mejor herramienta para que Guatemala administre los efectos del cambio climático, continúe en su senda de desarrollo y ayude en la lucha contra el calentamiento global.

En Centro de Innovación y Desarrollo, de Progreso, hemos desarrollado un pavimento unicapa de alto desempeño, como una solución sostenible y eficiente en un contexto de recursos limitados. A diferencia de los procesos de construcción de carreteras tradicionales, en los que es necesario colocar capas previas para que el pavimento se adhiera y resista el paso del tiempo, este nuevo material ofrece condiciones similares de resistencia y durabilidad, pero son la necesidad de las capas inferiores tradicionales. Es decir, hace más fácil la construcción de vías en zonas apartadas o en terrenos poco aptos, que incluso han probado sobrevivir al paso de tormentas como Eta e Iota.

En Progreso, creemos que nuestro cemento es fundamental para disminuir los factores de riesgo en nuestro país. No solo desde la contribución material en obras de infraestructura como puentes, muros de contención o canalización de ríos, sino también a través de esfuerzos de investigación y desarrollo para encontrar nuevas y mejores formas de incentivar el desarrollo de nuestra infraestructura. Desde el interior de la industria, hemos asumido un compromiso por desarrollar modelos de construcción que sean sostenibles, ambientalmente responsables, pero particularmente, que contribuyan a la adaptación a la vulnerabilidad climática y a la reducción de riesgos para el futuro y calidad de vida de las nuevas generaciones. 

Todos tenemos un granito de arena, desde nuestro rol como ciudadanos y empresarios, que podemos aportar para llevar a buen término las iniciativas que administran los riesgos ocasionados por el calentamiento global en algunas zonas y comunidades de nuestro país. ¡Los invito a ponerse manos a la obra con este tema!

Los bonos de carbono son una oportunidad para la adaptación

Por Sostenibilidad

A TRAVÉS DE ESTE INSTRUMENTO DE COMPENSACIÓN POR LAS EMISIONES DE CARBONO PODEMOS INCENTIVAR PROYECTOS DE SOSTENIBILIDAD EN GUATEMALA

La sostenibilidad y el cambio climático de nuevo han estado en el centro de la conversación mundial a propósito de la conferencia COP 26 de las Naciones Unidas en la que se buscan concretar acciones para que el mundo continúe reduciendo sus emisiones de carbono y evite seguir contribuyendo al calentamiento del planeta. Todo esto, a través de acciones que permitan reducir la huella de carbono e impulsar la resiliencia de las sociedades y países en mayor riesgo. Nuestro país, es por supuesto, altamente vulnerable ante los efectos del cambio climático, y aunque representan menos del 0.10% de las emisiones a nivel mundial, hemos venido realizando diversos esfuerzos para fomentar la adaptación de nuestras comunidades. 

Evidentemente, las estrategias de reducción de consumo y reutilización de residuos son fundamentales para hacer frente a los efectos del cambio climático. Sin embargo, es importante no perder de vista que en la actualidad existen otros instrumentos que son compatibles con el desarrollo que necesita nuestro país para garantizar un mejor futuro para cada guatemalteco. Particularmente, me refiero a instrumentos que nos permiten compensar nuestra huella de carbono a través del financiamiento de proyectos encaminados a reducir de forma general las emisiones contaminantes mientras se generan impactos positivos en lo social. Los bonos de carbono son un instrumento con el que nuestro país puede fomentar proyectos encaminados a proteger, conservar y mejorar los entornos naturales para garantizar la sostenibilidad de los servicios ecosistémicos.

Puntualmente, estos bonos representan ingresos para la financiación de las actividades y proyectos REDD+ de las Naciones Unidas. Iniciativa que tiene como objetivo el reducir la deforestación a través de proyectos de impacto comunitario que mantienen las reservas de carbono mundiales representadas en nuestros bosques. Nuestro país, desde el pasado 13 de octubre, ha firmado el Acuerdo de Pago de Reducción de Emisiones con el Banco Mundial, un hecho histórico que permitirá la compra-venta de hasta 10.5 millones de toneladas de dióxido de carbono en un periodo de cinco años. En este increíble entorno de oportunidad, considero imperativo que el sector empresarial reafirme su compromiso con la sostenibilidad desde una administración responsable de su huella ambiental, haciendo uso de estos y todos los demás mecanismos a su alcance para preservar nuestros ecosistemas.

En Progreso, por ejemplo, trabajamos de la mano de Econova para implementar la norma ISO 50001 en nuestra planta San Miguel. Este estándar internacional nos ayuda a mantener y mejorar los sistemas de gestión de energía en nuestra operación, aportando mayor eficiencia y seguridad desde un enfoque sistémico en el uso de energía. A lo que contribuye no solo a que conozcamos los costos y las oportunidades de mejora en nuestro consumo, si no que también, promueve el consumo responsable de energía para proteger el medio ambiente y disminuir nuestra huella de carbono. Proyectos similares, que generan un impacto positivo en la sostenibilidad, podrían ser implementados en otras empresas que hoy no tienen el músculo financiero para hacerlo, precisamente con la ayuda de la financiación que se puede obtener del mecanismo de los bonos de carbono. 

En definitiva, desde mi propósito de construir juntos el país en el queremos vivir, invito a todos los ciudadanos a considerar introspectivamente que tiempo de acciones podemos implementar para garantizar la sostenibilidad y asumir nuestra responsabilidad ambiental. Al mismo tiempo, en el que seguimos sumando esfuerzos para que a través del desarrollo y crecimiento económico creemos mejores condiciones de vida para todos en Guatemala.