Sin duda alguna, este año ha estado repleto de momentos muy desafiantes, pero emocionantes para la familia Progreso, donde el ingreso de Cementos Progreso a Costa Rica y El Salvador representa un hito trascendental para la historia de nuestra compañía.
Aunque actualmente estamos atravesando una nube de turbulencias que ponen a prueba la capacidad de las compañías a nivel mundial para adaptarse a los cambios, nuestros 123 años de experiencia sin duda han jugado en nuestro favor a la hora de abordar los retos generados por la pandemia, la guerra en Ucrania y los indeseables efectos provocados por la variabilidad climática. Situaciones en las que nuestros colaboradores han podido desarrollar una mayor capacidad de adaptación para el cumplimiento de prácticas responsables y sostenibles.
Sumado a estos desafíos coyunturales, la internacionalización en sí es una apuesta importante que puede alterar las actividades empresariales existentes. Por ello, como líder empresarial de la compañía, junto con el resto de directivos de Progreso, antes de emprender rumbo a nuevos territorios, fue crucial comprender todo el impacto que esta expansión podría llegar a tener y determinar si las recompensas iban a sobrepasar los riesgos, dado que se trata de un proceso complejo y dinámico. Por estos motivos, conocer a fondo los mercados objetivo, la competencia, las tendencias actuales del mercado local y los requisitos para lanzar con éxito e impulsar el crecimiento del negocio, constituyen una base crucial para lograr que la expansión sea exitosa.
Observando los mercados en los que nos adentramos este año, Costa Rica y El Salvador, nuestro gran desafío ha sido entregar una calidad y soluciones centradas en la ejecución de infraestructuras resilientes. De esta manera, buscamos evidenciar y cumplir con el propósito trascendente de Progreso: “Construir juntos el país donde todos queremos vivir”. Creemos firmemente que el crecimiento de Progreso está muy ligado a la mejora y bienestar de las comunidades en cada región donde vayamos. Para ello, nuestras operaciones están alineadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, asegurándonos una gestión adecuada del agua, un trabajo continuo en la economía circular, mantenimiento y cuidado de la biodiversidad y un menor consumo de energía.
A su vez, las diferencias culturales de estos dos países, ya sea por las particularidades poblacionales, las normas o las costumbres, nos han exigido a nosotros, como empresa, ser más flexibles en las políticas y procedimientos aplicados en esta operación internacional para garantizar que nuestros empleados se comprometan y ejecuten los planes de la empresa. Al final del día, la mentalidad de «talla única» puede tener beneficios a corto plazo, pero posteriormente tendrá efectos negativos a largo plazo.
Me gustaría destacar el gran trabajo y dedicación que los colaboradores de Progreso han llevado a cabo, cuidando cada detalle en los productos de calidad que ofrecemos y cumpliendo con las normas de cada país, razones por las cuales la consolidación de la compañía es posible. Porque al final del día, la confianza que nuestros clientes depositan en nosotros cimentará nuestro posicionamiento como marca e impulsará nuestras gestiones, allá donde nos propongamos ir.
En definitiva, la expansión de un negocio en el extranjero es sólo para aquellos que sean más atrevidos, aunque para la mayoría de las empresas es algo inevitable, puesto que los mercados globales ofrecen mayores oportunidades de crecimiento. En el caso de Cementos Progreso, y tras pasar a tener operaciones en siete países, la expansión de nuestra marca ha consolidado el liderazgo regional y ha supuesto un paso más de poder contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas en cada país donde operamos.