Centroamérica es una región vibrante y diversa, reconocida por su riqueza natural, como los volcanes que esculpen su silueta, sus selvas habitadas por un sinfín de especies y la belleza de sus lagos y lagunas. Las circunstancias históricas, las ilimitadas oportunidades y características sobresalientes de nuestro territorio, fueron las motivaciones que empujaron a hombres y mujeres de otras latitudes a echar raíces aquí. Esto llevó a una fusión de culturas creando así una población diversa, resiliente, creativa, que busca siempre soluciones innovadoras para progresar y que el 15 de septiembre celebró más de dos siglos de independencia.
En esta fecha en que conmemoramos la independencia de esta gran región, me quedo con una reflexión sobre la riqueza que la constituye, las oportunidades que tenemos para progresar y los desafíos que aún tenemos por recorrer en el camino:
Nuestra ubicación geográfica estratégica y la abundancia de recursos naturales como nuestros minerales, bosques, arrecifes, convierten a la región en un destino atractivo para la inversión extranjera. Guatemala, tierra donde la flora se mezcla con antiguos tesoros mayas, es uno de los principales exportadores de café, azúcar, frutas y flores en la región. Dentro del rubro de las flores generamos alrededor de 100 millones de dólares anuales. Por otro lado, Costa Rica concentra el 6% de la biodiversidad del planeta y Belice posee arrecifes de coral de 300 km, convirtiéndose en el destino turístico más importante del país y fuente vital para su industria pesquera. Por lo tanto, somos una región con un inmenso potencial para convertirse en un motor económico clave en el escenario global.
Según estudios del FMI, la economía de Centroamérica tendría un crecimiento económico promedio de 3,9 % para el 2024, superando al 2% de América Latina proyectado para este año. Si bien esto puede sonar alentador, nuestro crecimiento no se compara con el 4,2% que tuvimos el año pasado. Esta disminución en nuestro crecimiento nos demuestra que necesitamos ser más que una fuente rica en materia prima para progresar. Debemos apostar por políticas públicas robustas y proyectos sólidos que permitan mejorar nuestras ciudades para que así la región sea aún más atractiva para los inversionistas extranjeros.
Para poder lograr nuestros objetivos, una de las primeras acciones a implementar es la mejora de nuestra infraestructura, la cual es fundamental para la atracción de inversiones y cualquier meta de desarrollo. Sin una red sólida de carreteras, puertos eficientes, sistemas digitalizados y servicios básicos confiables, la región enfrenta dificultades fuertes para integrarse plenamente en la economía global y aprovechar al máximo su potencial productivo.
Lo bueno es que vamos progresando, ya que según estudios de SIECA, Centroamérica muestra un aumento en inversión para fortalecer su infraestructura desde el 2010 al 2019, destinando en este último año unos 3,499 millones de dólares. Siguiendo a este buen ritmo, estamos más cerca de poder aumentar nuestros flujos de Inversión Extranjera Directa (IED). Según el Economist Intelligence Unit, para el 2025 se estiman unos 16,414 millones de dólares como resultado en IED para Centroamérica, lo cual equivaldría a un aumento de 7.1% respecto a lo proyectado para el 2024. Estos resultados nos muestran que las acciones que estamos tomando nos están llevando por buen camino. Por lo tanto, nuestro gran reto como región a futuro, es alcanzar estas cifras y seguir aumentando las IED. De esta forma podremos generar más puestos de trabajo y mejoraremos la calidad de vida de millones de personas.
Nuestra misión es seguir creciendo. Si bien aún tenemos una larga lista de desafíos por superar, con cada pequeño paso que damos, con cada proyecto que emprendemos, estamos más cerca de la meta. Centroamérica tiene todas las herramientas necesarias para salir adelante y trabajando juntos, podremos crear un futuro mejor para todos.