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El enemigo silencioso

Por septiembre 9, 2021febrero 8th, 2022Reflexiones

LA DESNUTRICIÓN ES UN PROBLEMA CUYA SOLUCIÓN PASA POR LAS MANOS Y COMPROMISO DE TODOS 

Los guatemaltecos parecemos habernos acostumbrado a convivir diariamente con un enemigo silencioso que nos quita futuro, progreso y oportunidades. Un enemigo que solo se hizo más relevante con los efectos de la pandemia de COVID-19 y sobre el cual urge tomar acciones contundentes para detener su avance en nuestro país. Por supuesto, estoy hablando de la desnutrición crónica, un problema invisible para la mayoría de nosotros pero que le cuesta un aproximado de 3 mil millones de dólares cada año a nuestro país.

Según un informe presentado por la FAO el pasado mes de julio, 4 de cada 10 desnutridos de la región se encuentran en Guatemala y, según la UNICEF, el 49,8% de los niños de nuestro país sufren de desnutrición crónica (es decir 1 de cada 2). Cifras inaceptables que deberían preocuparnos a todos pero que parecen perderse en el mar de nuestra cotidianeidad. Y es que la desnutrición crónica implica que la mitad de los líderes del mañana crece hoy con daños irreversibles en lo que a capacidades físicas, mentales y productivas se refiere, al mismo tiempo, en el que se hacen más propensos a padecer enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes o cardiopatías.

En estas condiciones, no importa cuántas oportunidades generemos en nuestro país si una gran parte de nuestra población no tiene las condiciones óptimas para desarrollar el 100% de su potencial para aprovecharlas. Para construir el país en el que queremos vivir, es necesario que todos asumamos el compromiso irrenunciable de visibilizar a este enemigo silencioso y erradicarlo del entorno de crecimiento de las niñas y niños de Guatemala. Todos debemos proponernos el objetivo de construir un esfuerzo conjunto en el que participen activamente la sociedad civil, el sector empresarial, los organismos de cooperación internacional y el Gobierno nacional para la erradicación definitiva de este problema.

Estos escenarios de cooperación, como la Alianza por la Nutrición (APN), son fundamentales ya que facilitan la generación de conocimiento alrededor del problema, contribuyen a darle mayor visibilidad en la opinión pública, aportan insumos valiosos para la toma de decisiones por parte de las instituciones del Estado y fortalecen las capacidades de monitoreo y evaluación de las acciones que se implementan en el territorio. Desde su creación en 2013, la APN ha logrado impactar positivamente la lucha en contra de la desnutrición crónica en Guatemala. Particularmente, y de la mano de la UNICEF, ha apoyado el programa Acompañame a Crecer del Gobierno Nacional, que se enfoca en la atención integral desde la concepción hasta los cuatro años a través de los Centros Comunitarios de Desarrollo Infantil Integral (CECODII).

También, ha logrado consolidar una alianza estratégica con la SESAN para contribuir a la seguridad alimentaria y nutricional (SAN), en el marco de la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición; ha realizado propuestas para garantizar recursos para el programa “Acompañame a Crecer” en el presupuesto nacional. Y en la actualidad, explora nuevas acciones conjuntas con la municipalidad de Guatemala para medir la desnutrición crónica, buscando así generar un modelo exitoso que se pueda replicar en otras zonas del país.

Lo anterior son solo algunos ejemplos de lo que podemos hacer todos los Guatemaltecos por la seguridad alimentaria y erradicación de la desnutrición en nuestro país. Invito a todos aquellos que me están leyendo a que se pongan manos a la obra para garantizar que todos las niñas y niños en Guatemala puedan crecer en un entorno que les garantice desarrollar el pleno de su potencial.