El año pasado vivimos el torneo de fútbol más grande del mundo, la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022, donde quedó en evidencia una serie de puntos clave que los equipos deben seguir para alcanzar el éxito deportivo. Entre ellos: la necesidad de llevar a cabo dinámicas de integración entre compañeros de equipo, de fomentar el compañerismo, incluso entre oponentes. Sin duda, nuestro país hermano, Argentina, nos dejó quizá la lección más importante: no rendirse pese a la adversidad.
El deporte es un eje trascendental en la vida de todas las personas, pues trae consigo una serie de beneficios a nivel físico, mental e incluso en el aspecto de educación y formación integral de las personas. Pero, este último punto cobra especial relevancia si se habla de niños y jóvenes, que necesitan aún más desarrollo formativo, debido a la etapa de la vida en la que se encuentran. En ese sentido, el deporte impulsa su desarrollo porque no solo incide en su estado físico, sino que va más allá de eso: promueve estilos de vida saludables e inculca valores.
Según un reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hacer ejercicio puede evitar hasta cinco millones de muertes al año; sin embargo, en la práctica no todas las personas pueden acceder a él. Las comunidades menos favorecidas económicamente, en particular, tienen más probabilidades de permanecer inactivas. Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudar a acercar a más niños y adolescentes de comunidades vulnerables a la actividad deportiva?
Alrededor del mundo han ido surgiendo una serie de iniciativas que buscan promover el ejercicio físico de niños y adolescentes, tanto para promover su salud, como para alejarlos de las calles y formarlos en valores. En el caso de Guatemala, la alianza entre la Fundación Carlos F. Novella y la Fundación Real Madrid se originó precisamente en una búsqueda por implementar un proyecto social de esta naturaleza, y este año está cumpliendo su décimo aniversario.
En 2013, estas dos fundaciones se unieron para crear las escuelas socio-deportivas, centros ubicados en seis localidades guatemaltecas donde existe alto índice de pobreza, violencia e inseguridad alimentaria. Estos indicadores vienen acompañados de un limitado acceso a la educación y a los métodos de recreación. Por esta razón, las escuelas socio-deportivas vienen operando desde hace diez años, promoviendo una formación en valores transmitidos a los niños y jóvenes a través del deporte (fútbol y baloncesto), y fortalecidos por programas que apoyan el desarrollo de los beneficiarios de forma integral.
De manera que, los jóvenes de estos centros pueden participar en una serie de actividades y programas. Entre ellos, los educativos, que impulsan el refuerzo escolar, brindan acceso a una biblioteca y un centro de estudios totalmente equipados con materiales y computadoras; así como también programas de salud mental y alimentaria, que incluyen atención psicológica a niños que lo necesiten, evaluaciones nutricionales para detectar de forma temprana niveles de desnutrición en los alumnos y finalmente un plan de suplemento alimenticio para todos los alumnos de la escuela.
Por otro lado, dentro de las escuelas también se ofrece a los jóvenes talleres de estrategias para prevenir la violencia, el alcoholismo y la drogadicción. Incluso, estos centros han instaurado una escuela de padres, con el fin de enseñarle a las familias acerca del manejo de crisis en el hogar e inclusión de valores en la familia. Adicionalmente, se les brinda cursos de cocina nutritiva y capacitaciones para el desarrollo de microempresas.
Gracias a este tipo de iniciativas, muchos niños y jóvenes de algunas de las localidades menos favorecidas de Guatemala pueden tener la oportunidad de mejorar su calidad de vida, mientras se divierten y aprenden valores como el respeto, la disciplina, la autonomía, el trabajo en equipo, entre otros. Además, se alimenta su autoestima y espíritu de superación brindándoles diversas herramientas para salir adelante y cortar los ciclos de violencia que se suele vivir en sus comunidades.
Y, ¿cómo podemos apoyar este proyecto? Pues existe más de una forma: Si estamos en Guatemala, podemos ofrecernos como voluntarios en cualquiera de los seis centros o realizar donaciones físicas. Pero, si estamos en alguna otra parte del mundo y resonamos con esta iniciativa, también podemos difundirla para que llegue a más personas, o donar desde donde nos encontremos.
Sea como sea que aportemos a la causa, lo más importante es que nos unamos y sigamos luchando por la Guatemala y el mundo en donde todos queremos vivir: un lugar en donde nuestros niños y jóvenes tengan acceso al deporte, a una alimentación balanceada y a una educación basada en valores sólidos.