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José Miguel Torrebiarte

La salud al alcance de todos

Por Reflexiones, Sostenibilidad

En un mundo en constante transformación, donde cada día se plantean nuevos desafíos, es imprescindible que nos detengamos a reflexionar sobre el camino que estamos trazando. Nos encontramos en un punto crucial de nuestra historia, donde nuestras acciones tienen un impacto profundo en las generaciones venideras. Así como un tejido delicado y complejo, el entramado de la sostenibilidad se erige como un pilar fundamental para garantizar un futuro saludable y próspero.

Puedo decir, que he tenido el honor de observar de cerca el impacto de nuestras acciones en la comunidad. Sin embargo, también he sido testigo de las brechas que debemos superar, especialmente en áreas tan vitales como la salud. Recientemente, hemos sido confrontados con el aumento del 11% en los precios en productos relacionados a la salud, una situación que no podemos pasar por alto. Esta problemática no es desconocida para nosotros ni para instituciones como FUNDESA, que en colaboración con USAID, ha identificado y evaluado los desafíos que enfrentamos. La transparencia en la rendición de cuentas sobre los inventarios de medicamentos y su distribución es un paso esencial para abordar este problema. Es un llamado a la acción que no podemos ignorar, pues impacta directamente en el bienestar de nuestros ciudadanos.

Es así, como la sostenibilidad va más allá de la preservación del medio ambiente. Se extiende al ámbito de la salud, entre otros, donde se revelan conexiones profundas y a menudo pasadas por alto. Desde el centro de salud, observamos cómo la atención primaria se convierte en el cimiento de una edificación mucho más grande. Si no brindamos la ayuda adecuada en los primeros años de vida a nuestros niños, o en los primeros estadíos de las enfermedades, nos encontramos con una cadena de consecuencias que afectan a la sociedad en su conjunto. La desnutrición crónica, las afecciones evitables y la saturación de los hospitales son los eslabones de una cadena que debemos romper.

En esa línea, a través de los proyectos que impulsamos desde FUNDESA, como el control de compras y el uso de tecnología automatizada, se han reducido pérdidas en inventario, se ha aumentado la disponibilidad de medicamentos y se ha liberado presupuesto para una atención más sólida.

Sin embargo, como en toda gran organización, los desafíos son comunes. Restricciones financieras, sistemas obsoletos y la falta de sincronización entre actores presentan obstáculos en nuestro camino hacia una atención médica sostenible. Pero estos obstáculos son oportunidades disfrazadas. A través de la mejora continua en las metodologías, en capacitación del recurso humano y la alineación de esfuerzos, estamos labrando una senda firme hacia un sistema de salud más resiliente y eficiente.

La sostenibilidad, como una brújula moral y pragmática, nos insta a asegurar que las necesidades del presente no pesen sobre las generaciones por venir. En ese sentido, al nutrir y cuidar de nuestra población, estamos sembrando las semillas de un futuro próspero. Así como un río que nutre la tierra y sostiene a la vida que la rodea, nuestra labor hoy será la fuente de vida y esperanza para las generaciones futuras.

En este viaje hacia la sostenibilidad y la salud, cada elección, cada paso adelante, moldeará la travesía de nuestro país. Juntos, tejamos la red que protege a nuestros ciudadanos, que promueve la dignidad y el bienestar, y que asegura que nadie quede atrás. Unidos en esta visión, podremos mirar al futuro con gratitud y esperanza, sabiendo que nuestras acciones de hoy son las raíces del mañana.

La juventud conectada

Por Educación/Juventud, Reflexiones

En un mundo vertiginoso, digital y globalizado, las nuevas generaciones son el faro que guía el camino hacia el futuro. Durante agosto, hemos celebrado el  Día Internacional de la Juventud, destacando la importancia apremiante de equipar a nuestra población más joven con las habilidades necesarias para prosperar en este entorno de constante cambio.

Podemos iniciar mencionando la alfabetización digital, entendida como la capacidad de las personas para llevar a cabo diversas tareas mediante medios digitales, comprendiendo y aplicando ese uso para su vida y aumentar su productividad y eficiencia. Es por ello que, en mi opinión, se presenta como un componente esencial para el desarrollo en la era moderna. Este entendimiento tecnológico no solo amplía las oportunidades educativas y laborales, sino que también permite a los jóvenes participar activamente en una sociedad cada vez más globalizada.  Según el último informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), acerca de la educación, algunas de las pérdidas de aprendizaje que los jóvenes experimentan son: el riesgo de abandono escolar 2,5 veces mayor que antes de la pandemia y disminución de sus ingresos anuales entre 15.000 y 30.000 dólares a lo largo de su vida, debido a un menor rendimiento educativo. Por ello, el acceso a la información y el uso responsable de la tecnología son habilidades fundamentales para navegar en el mundo actual.

El pensamiento crítico y la resolución de problemas son competencias clave que empoderan a la juventud para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Estas habilidades les permiten analizar situaciones, cuestionar supuestos, evaluar evidencias y tomar decisiones informadas. Al desarrollar un pensamiento crítico sólido, los jóvenes pueden afrontar los problemas complejos que surgen en nuestra sociedad y encontrar soluciones innovadoras y sostenibles.

La colaboración y la adaptabilidad también juegan un papel crucial en el éxito de estas nuevas mentes en un mundo interconectado. La facultad de trabajar en equipo, valorar la diversidad de perspectivas y adaptarse a entornos cambiantes son competencias esenciales para alcanzar metas colectivas y responder eficazmente a los desafíos globales.

Para que nuestros futuros líderes desarrollen estas habilidades, es fundamental fortalecer los entornos educativos y laborales. Esto incluye una mayor integración de la tecnología en la educación, la promoción de la creatividad y la innovación en los programas educativos, y el fomento de oportunidades de aprendizaje práctico. Asimismo, es importante brindar apoyo y mentoría para que los jóvenes puedan prosperar y alcanzar su máximo potencial.

En este contexto, el evento «Breakthrough to a Better Future« adquiere un significado especial. Apoyado por las Naciones Unidas y sus colaboradores, este evento reúne a 1.000 chicos y chicas líderes de todo el mundo, para abordar asuntos internacionales, el desarrollo sostenible y la educación. En mi opinión, es una oportunidad única para que representantes de nuestra juventud guatemalteca conecten con líderes jóvenes apasionados y comprometidos, y así se abra la puerta a nuevas ideas y soluciones que pueden transformar positivamente nuestro país y región.

Se necesita desarrollar también una infraestructura digital sólida para que más niñas y niños puedan conectarse al mundo virtual y tener acceso a la educación. La pandemia, a pesar de ser una causa externa,  ha dejado en evidencia que no se pudo afrontar adecuadamente el tema educativo, resultando en un preocupante rezago en Latinoamérica.

Un ejemplo inspirador de solución, es el enfoque de Salvador Paiz y su fundación, Funsepa. Desde su perspectiva, el futuro de la educación implica un esfuerzo consciente para llevar la cobertura digital a niveles nunca antes vistos. Pasar de la baja cobertura actual, marcada por el escaso acceso y falta de maestros, hacia un mundo digital más amplio y conectado, permitirá que la juventud acceda a recursos y oportunidades que antes les eran inalcanzables.

Desde Progreso, estamos convencidos de que la tecnología y la educación son nuestras herramientas clave para impulsar el desarrollo social de los jóvenes en la región. Está en nosotros como sociedad proveer el terreno fértil de educación y tecnología para que nuestros jóvenes crezcan y se conviertan en líderes transformadores de un futuro próspero y equitativo.

 

Innovación y Nearshoring

Por Inversión e Infraestructura, Reflexiones

Recientemente, se celebró el Guatemala Business Summit, evento que reunió a un grupo de empresarios guatemaltecos en Miami. Fue un encuentro enriquecedor, en el que el ex Ministro de Economía de Guatemala, el Dr. Janio Rosales, presentó la estrategia de Nearshoring de este año y a partir de ella, se puede elogiar la fortaleza de nuestra nación. Se entiende por Nearshoring al sistema de subcontratación de servicios o producción, en la que una empresa ubicada en un país busca proveedores o colaboradores en países cercanos geográficamente, para aprovechar ventajas como la proximidad cultural, menor diferencia horaria, reducción de las barreras lingüísticas y logísticas, y una mayor facilidad en la comunicación y el control de calidad.

En esta línea, Guatemala se ha posicionado como un país pro-inversión, gracias a sus ventajas en política económica y fiscal, lo que ha atraído a inversores dispuestos a apostar por el desarrollo de nuestra economía y el bienestar de nuestra querida nación.

Nuestra política de Nearshoring está delimitada dentro del plan “Guatemala no se detiene”, una estrategia integral del país, firmada por representantes tanto del sector público como el privado, con el propósito de reactivar y acelerar el crecimiento de la economía y la creación de oportunidades. De la mano de FUNDESA, y a través de estos lineamientos, esperamos generar más de 2.5 millones de empleos nuevos en los próximos 15 años. Asimismo, hemos forjado un eje específico, llamado Atracción de Inversiones, el cual se basa en la búsqueda de aquellas áreas donde tenemos las condiciones apropiadas de capitalizar las bondades macroeconómicas del país y presentarlas a líderes mundiales para que ejerzan sus actividades.

Por ello, iniciamos señalando la importancia del área urbana metropolitana. Esta región alberga la infraestructura y la competitividad necesarias para recibir y potenciar la inversión. Haciendo énfasis en la juventud y el capital humano, sabemos que el área metropolitana será un epicentro de productividad que abrirá puertas hacia un futuro más próspero.

No olvidemos también que la competencia es el catalizador de la grandeza, y en este mundo de la atracción de inversiones debemos ofrecer los mejores paquetes de beneficios. Nuestro enfoque es consolidarnos como un destino competitivo y de confianza. Los sectores como farmacéutica, aparatos médicos, manufactura de aparatos electrónicos y la industria de Business Processing Outsourcing (BPOs), o centros de procesamiento de negocios, son una prioridad, pues manejan un potencial de atracción de  300 millones de dólares adicionales de Inversión Extranjera Directa (IED).

Asimismo, destaco a la agroindustria como una de las áreas más emocionantes para el futuro de Guatemala. En la medida que exploremos la sofisticación de nuestra industria en cada etapa del proceso -desde el cacao hasta el caucho- podremos posicionarnos como un valor agregado en el desarrollo de productos y no solo como meros exportadores.

Otra oportunidad importante es México, el cual se presenta como un  compañero estratégico. De hecho, podemos evaluar el caso de la empresa Yazaki. Ellos fabrican arneses de componentes eléctricos para automóviles, los cuales envían a México, que luego expiden a USA. En esta sinergia, Guatemala tiene espacio para buscar oportunidades de participación y convertirnos a futuro, en exportadores directos de USA también.

Sin duda, nuestra visión y determinación no tienen límites. Guatemala se prepara para ser un destino atractivo y competitivo en el mapa mundial de la inversión. En este camino, somos un equipo, una comunidad, unida por el progreso de nuestro país.  Juntos, cultivamos un conjunto de ideas, valores y sueños que nos impulsa a avanzar, sabiendo que cada esfuerzo que realizamos es una pieza fundamental para lograr el éxito.

“Progreso en todo lo que hacemos”

Por Legado, Reflexiones

Hoy, con el  corazón lleno de gratitud y emoción, quiero resaltar  los logros y desafíos a los que nos hemos enfrentado con nuestra icónica y amada marca Progreso. Permítanme hacer una pausa para reflexionar sobre el viaje que hemos emprendido juntos, guiados por Carlos F. Novella; desde ser la primera fábrica cementera en Guatemala, hasta convertirnos en lo que somos actualmente, una fuerza transformadora del país.

La trayectoria de 120 años que nos respalda nos llena de orgullo, pero al mismo tiempo, nos exige mantener la responsabilidad y el compromiso que nos ha llevado a ser una empresa líder, innovadora, transformadora y cercana a la gente. A través de acciones y proyectos en nuestras diferentes unidades de negocio podemos decir que verdaderamente hay “Progreso en todo lo que hacemos”, y este es el posicionamiento hacia el cual nos estamos enfocando, buscando tener un impacto positivo en los distintos ámbitos en los que nos desempeñamos.  

Desde su fundación en 1899, Progreso ha sido la base sobre la cual se han levantado puentes, carreteras, edificios y hogares. Nos enorgullece ser un socio confiable de los proyectos de gran envergadura, aportando nuestra experiencia e impactando positivamente la vida de miles de personas. 

Sin embargo, nuestra contribución no se limita al cemento. Hemos diversificado nuestras unidades de negocio para abordar desafíos más amplios.  

Ejemplo de ello, por medio de AgroProgreso,  trabajamos en estrecha colaboración con los agricultores locales para mejorar sus prácticas agrícolas, promoviendo la conservación del suelo, el uso eficiente del agua y la adopción de técnicas sostenibles. De esta manera, garantizamos  la seguridad alimentaria, aportamos al desarrollo e incrementamos el bienestar de las comunidades rurales en Guatemala.

En nuestra constante búsqueda de la excelencia y la colaboración, hemos creado Progreso X, una incubadora de startups y espacio para emprendedores. Gracias a ella brindamos apoyo financiero, mentoría y recursos a jóvenes talentos con ideas transformadoras. Uno de nuestros programas anuales de innovación, y que actualmente celebra su 5ta edición, es Exponential Changemakers (ECM). Este evento busca soluciones que contribuyan al déficit de vivienda en la región, fomentando el aprovechamiento de la tecnología y la sostenibilidad. 

Asimismo, para impulsar el desarrollo sostenible y reducir nuestra huella ambiental, en la unidad de Energía de Progreso hemos invertido en fuentes de energía renovable, como la energía eólica y solar. Nos hemos convertido en un referente en el sector energético, generando electricidad limpia y apoyando la transición hacia un futuro más verde y resiliente.

En adición a nuestras acciones directas, hemos sumado fuerzas con el gobierno y otras organizaciones  para velar por la educación e inclusión financiera, mediante proyectos educativos en áreas rurales desfavorecidas. Así hemos apoyado el acceso a servicios bancarios a sectores marginados de la población,  a fin de disminuir la brecha de la desigualdad y promover un entorno más equitativo para todos. 

Reconocemos que aún enfrentamos desafíos significativos como sociedad. La desigualdad y la falta de acceso a oportunidades persisten en muchas áreas de Guatemala. Sin embargo, estamos comprometidos a seguir trabajando arduamente en cada una de nuestras unidades de negocio y acciones que implementemos, pues si no es en todo lo que hacemos, no es Progreso. Es pertinente unirnos en un esfuerzo colectivo, para poder lograr un cambio superior y sostenible.

Inspirados por cada capítulo de nuestra historia, recordemos que el verdadero progreso no se trata solo de los resultados tangibles que logramos, sino también de las relaciones que construimos y las vidas que impactamos en el camino. Sigamos avanzando, construyendo un futuro sólido y próspero para todos.

¡Generaciones unidas por el cambio!

Por Educación/Juventud, Reflexiones

Creo que todos somos conscientes de la controversia en la que se ha visto envuelta la Generación Z en los últimos años, como su sensibilidad ante las problemáticas sociales, su demostración abierta de sus emociones y pensamientos, el cuidado de su salud mental sobre todo con entornos autoritarios, entre otros. Y es que hay ciertos aspectos de esta generación con la que algunas personas están de acuerdo y otras en desacuerdo. Sin embargo, un punto en el que todos podemos coincidir es en que, para bien o para mal, los jóvenes conforman una generación disruptiva e innovadora en sus ideales. 

Pero, aquí es donde me pregunto: ¿Qué sucede si, en lugar de juzgar o discutir quién tiene la razón, nos ponemos a pensar en aquellas cualidades que tienen los jóvenes del presente y que quizá no tuvimos las generaciones anteriores? ¿Y cuántas de estas características positivas son capaces de transformar el mundo y hacerlo un lugar mejor?

Puede que sea una perspectiva optimista, pero pienso que si nos detenemos a reflexionar sobre las capacidades que hacen a la juventud de hoy única, podemos obtener  una lista más extensa de la que nos imaginamos y llegar a conclusiones sorprendentes. Por ejemplo, se trata de una población con una gran capacidad de adaptabilidad y de reacción rápida y positiva a los cambios en su entorno. Son personas flexibles, y por esa misma razón, almas libres que buscan esa misma flexibilidad en sus espacios de trabajo.

Al mismo tiempo, son altamente competitivos. Al ser la primera generación en haber crecido rodeada de las nuevas tecnologías, la Generación Z tiene una mentalidad asociada a la innovación, el desarrollo y el progreso de manera innata. Los jóvenes están demostrando cómo es que son capaces de aprovechar su condición de nativos digitales para generar nuevos conceptos y oportunidades a nivel económico, político, social o cultural.

En esa línea, han desarrollado desde la niñez un agudo sentido de la intuición empresarial, al haber sido testigos de cómo tantos negocios exitosos han sido fruto de una buena idea, trabajo duro, y la ayuda de herramientas tecnológicas que jueguen a favor de ella. 

Por esa misma razón, es que los jóvenes de hoy tienden y son más arriesgados a emprender en mayor escala que sus predecesores. Además, esta nueva visión empresarial los motiva a ser bastante más exigentes con los estándares que tienen sobre sus lugares de trabajo: son conscientes de su valor, lo reconocen y lo honran. Y, a su vez, a ser menos tolerantes con los ambientes de trabajo hostiles o autoritarios.

Sin embargo, estas características, que podrían relacionarse con una excesiva ambición o arrogancia en el ambiente laboral, en la práctica se traducen en manifestaciones muy distintas. Según un estudio del Workforce Institute, la Generación Z se caracteriza por buscar el apoyo de sus jefes y supervisores, y valora mucho las enseñanzas que personas de mayor jerarquía puedan compartir con ellos. Así, este último punto demuestra que pese a ser adultos autosuficientes, tecnológicos y listos para enfrentar el mundo y hacer de él un lugar mejor, aún son seres conscientes de la sabiduría que generaciones anteriores pueden impartir. De esta forma, se transmite la cultura y los valores para una mejor cohesión, convivencia y toma de decisiones en su vida personal y laboral.

Esta reflexión me lleva a preguntarme: siendo conscientes de las múltiples diferencias que nos separan de la nueva generación, más allá de la cronológica, ¿queremos realmente seguir marcando estas diferencias generacionales? ¿O queremos ser agentes de cambio y colaborar de manera colectiva, trazando puentes que aporten a la construcción de una mejor sociedad para las generaciones futuras?

Yo voy por lo segundo. Siempre podemos dar el primer paso: proponer debates donde cada generación pueda aportar un punto de vista diferente pero igualmente valioso, que fortalezca y diversifique las conversaciones y nos dé una mirada nueva sobre nuestra realidad actual. Mediante estas oportunidades y los consensos, estoy seguro de que, en conjunto, podemos aprender unos de otros, desafiar juntos el status quo y construir un futuro brillante y sostenible para todos.

 

Continuemos creando sentido de unidad

Por Patrimonio Cultural, Reflexiones

A diario nos esforzamos por proteger nuestro patrimonio personal ante cualquier riesgo y lo hacemos -ya sea por instinto o convicción- porque es inimaginable perder con facilidad aquello que conseguimos con tanto esfuerzo y dedicación. Desafortunadamente, el patrimonio cultural y natural, que es de todos y no se valora de la misma forma, hasta que podemos estar en riesgo de perderlo.

¿Qué pasaría si en Guatemala perdemos el Parque Nacional Tikal?, o en el caso de Panamá, ¿el Parque Nacional de Coiba? Pues la realidad es que perdemos parte de nuestra identidad colectiva

En Centroamérica existe una enorme riqueza cultural, gracias a la herencia de nuestros antepasados, que nos conectan a nuestras raíces y nos permiten comprender nuestro origen y evolución en el tiempo. Este tesoro invaluable incluye monumentos arqueológicos, tradiciones, creencias, rituales, platillos y costumbres que deben ser preservadas y transmitidas de generación en generación.

Un claro ejemplo de la importancia y vigencia de la sabiduría de nuestros antepasados, son las enseñanzas del pueblo maya, civilización precolombina que dejó huella en los territorios de Guatemala, México, Honduras y Belice por su cosmovisión, sistema numérico y escritura completa; pero además por su sentido de comunidad e impacto en su entorno. 

La forma en cómo las civilizaciones del pasado intervenían el entorno tropical no tenía la ambición de explotar su ecosistema, sino de apoyarse en él e incorporarlo en su vida de manera estratégica y responsable. En esa línea, las prácticas de estas y más maneras de expresión, dan sentido a la existencia de cada comunidad y fomentan en ellos el sentido de unidad e identidad colectiva ante la diversidad y el cuidado de los recursos naturales, que hoy en día tanto nos hace falta.

Hay tanto que podemos aprender de nuestros antepasados como el incentivo del diálogo intergeneracional, donde los jóvenes aprenden de los mayores y viceversa, intercambiando experiencias para crear lazos más fuertes y abordar los retos actuales de forma conjunta. Es sorprendente la manera de cómo los mayas adultos compartían sus conocimientos a los jóvenes sobre la simbología, formación para la guerra y otras técnicas para cuidar su entorno. Por tanto, trasladar el saber promueve un sentimiento de pertenencia y responsabilidad hacia su comunidad.

Es esencial tener plena conciencia de la amplitud y pluralidad de nuestro patrimonio cultural porque nos permite hacer frente a las antiguas y nuevas necesidades que se presentan, desde la creatividad, innovación e historia. Siendo una fuente de inspiración y orgullo para valorar nuestro presente y juntos construir un mejor futuro, preservando nuestro legado cultural.

Construyendo sinergias hacia la prosperidad regional

Por Inversión e Infraestructura, Reflexiones

En mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de la emergencia sanitaria global por el COVID-19, un proceso que nos puso a prueba y nos exigió tomar decisiones bajo mucha presión en pro del bienestar común. Retrocediendo a ese tiempo, lastimosamente, muchas personas perdieron a sus seres queridos, cerraron sus negocios, perdieron sus empleos. Este fue un punto de inflexión en nuestras vidas, cargado de mucha incertidumbre, vulnerabilidad, resiliencia y esfuerzo. 

Hace poco se llevó a cabo la 26 Conferencia Anual CAF, un espacio que nos ha permitido abordar y debatir sobre los principales desafíos que enfrenta la región en el escenario global y que nos preocupan como sociedad. A partir de lo conversado en este evento, me quedo con cuatro grandes conclusiones para fomentar el desarrollo de la región.

Primero, si no queremos repetir la misma historia de los últimos tres años, para afrontar una próxima pandemia debemos prepararnos con anticipación. Entonces, es necesario analizar las diversas debilidades y aciertos de nuestro sistema, así como desarrollar una agenda cooperativa entre el sector público, privado y organizaciones sin fines de lucro para promover iniciativas multisectoriales que busquen cerrar las brechas y brindar una mejor calidad en los servicios de salud.

Segundo, es imprescindible que, ante la lucha contra los efectos de la variabilidad climática, podamos responder en conjunto. Para ello, se debe enfrentar al status quo, demostrando que somos capaces, creativos y resilientes, sí, pero principalmente, justos para abordar los desafíos para el cuidado de nuestro planeta. En ese sentido, considero muy importante que nuestras respuestas y compromisos en materia de adaptación y mitigación estén alineados a nuestras posibilidades y nuestras realidades locales.

Un tercer punto es la migración. Al respecto,  se señaló que las desigualdades y la falta de equidad exacerban la cantidad de migrantes, como los 45 millones de personas que se movilizaron internacionalmente en el 2022, según lo comentado en la conferencia. Dentro de este grupo, se encuentran aquellas personas indocumentadas, que por su mismo estado tienen limitaciones para el acceso a la bancarización. Por tanto, se resaltó la importancia de construir los canales para que obtengan sus papeles y así impulsar la inclusión económica para todas las comunidades.                                                                                                                                                                       

Por último, somos conscientes de que la pandemia aceleró los procesos de transformación digital en América Latina y el Caribe (ALC) para mejorar la competitividad de los sectores. Al respecto, la digitalización puede y tiene que ser el medio de la reactivación económica social, donde las niñas, adolescentes y mujeres tengan acceso a esta tecnología de forma ecuánime y equitativa. Para trabajar en ese punto, es esencial promover programas educativos que generen interés a las niñas en los temas de Ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas —o también conocidas como “STEM”-, así como también desarrollar soluciones junto a mujeres para así entender su perspectiva y las diferentes necesidades que se deben considerar con el objetivo de cerrar las brechas de género.

Sin duda, esta conferencia nos dejó una serie de reflexiones y aprendizajes que van en línea con los retos de esta nueva era hacia el trabajo colaborativo, donde es importante construir puentes y promover el diálogo en todos los ámbitos y niveles. Esto fomentará la creación de agendas comunes para el progreso, el bienestar, la sostenibilidad y, sobre todo, la consolidación de un futuro sostenible para las futuras generaciones.