En mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de la emergencia sanitaria global por el COVID-19, un proceso que nos puso a prueba y nos exigió tomar decisiones bajo mucha presión en pro del bienestar común. Retrocediendo a ese tiempo, lastimosamente, muchas personas perdieron a sus seres queridos, cerraron sus negocios, perdieron sus empleos. Este fue un punto de inflexión en nuestras vidas, cargado de mucha incertidumbre, vulnerabilidad, resiliencia y esfuerzo.
Hace poco se llevó a cabo la 26 Conferencia Anual CAF, un espacio que nos ha permitido abordar y debatir sobre los principales desafíos que enfrenta la región en el escenario global y que nos preocupan como sociedad. A partir de lo conversado en este evento, me quedo con cuatro grandes conclusiones para fomentar el desarrollo de la región.
Primero, si no queremos repetir la misma historia de los últimos tres años, para afrontar una próxima pandemia debemos prepararnos con anticipación. Entonces, es necesario analizar las diversas debilidades y aciertos de nuestro sistema, así como desarrollar una agenda cooperativa entre el sector público, privado y organizaciones sin fines de lucro para promover iniciativas multisectoriales que busquen cerrar las brechas y brindar una mejor calidad en los servicios de salud.
Segundo, es imprescindible que, ante la lucha contra los efectos de la variabilidad climática, podamos responder en conjunto. Para ello, se debe enfrentar al status quo, demostrando que somos capaces, creativos y resilientes, sí, pero principalmente, justos para abordar los desafíos para el cuidado de nuestro planeta. En ese sentido, considero muy importante que nuestras respuestas y compromisos en materia de adaptación y mitigación estén alineados a nuestras posibilidades y nuestras realidades locales.
Un tercer punto es la migración. Al respecto, se señaló que las desigualdades y la falta de equidad exacerban la cantidad de migrantes, como los 45 millones de personas que se movilizaron internacionalmente en el 2022, según lo comentado en la conferencia. Dentro de este grupo, se encuentran aquellas personas indocumentadas, que por su mismo estado tienen limitaciones para el acceso a la bancarización. Por tanto, se resaltó la importancia de construir los canales para que obtengan sus papeles y así impulsar la inclusión económica para todas las comunidades.
Por último, somos conscientes de que la pandemia aceleró los procesos de transformación digital en América Latina y el Caribe (ALC) para mejorar la competitividad de los sectores. Al respecto, la digitalización puede y tiene que ser el medio de la reactivación económica social, donde las niñas, adolescentes y mujeres tengan acceso a esta tecnología de forma ecuánime y equitativa. Para trabajar en ese punto, es esencial promover programas educativos que generen interés a las niñas en los temas de Ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas —o también conocidas como “STEM”-, así como también desarrollar soluciones junto a mujeres para así entender su perspectiva y las diferentes necesidades que se deben considerar con el objetivo de cerrar las brechas de género.
Sin duda, esta conferencia nos dejó una serie de reflexiones y aprendizajes que van en línea con los retos de esta nueva era hacia el trabajo colaborativo, donde es importante construir puentes y promover el diálogo en todos los ámbitos y niveles. Esto fomentará la creación de agendas comunes para el progreso, el bienestar, la sostenibilidad y, sobre todo, la consolidación de un futuro sostenible para las futuras generaciones.